Vestigios de un antiguo mundo
Más sombras que luces
l hacer memoria, de lo que llevamos de generación apenas hemos tenido la oportunidad de vivir nuevas experiencias. Las compañías tiran a lo seguro a través de sus marcas más exitosas. El riesgo por la creación de nuevas propiedades intelectuales es palpable, pero a la vez es una oportunidad fantástica de llevar a tu público una nueva forma de juego. El célebre Keiji Inafune, junto a su equipo en Comcept Inc —y la colaboración de Armature Studio—, ha querido apostar por una aventura de acción y tintes de mundo abierto bajo la tutela de Microsoft. Tras un desarrollo bajo el más absoluto silencio, ReCore llega al mercado con la ambición de un recién llegado.
Antes de entrar en materia, la versión analizada corresponde a la de Windows 10 gracias a la colaboración con Xbox España. ReCore es uno de los primeros títulos incorporados en el programa Xbox Play Anywhere. Con tan sólo comprarlo una vez en formato digital, obtendrás dos licencias; tanto para Xbox One cómo para su versión en ordenador. La partida se guarda en tu perfil, por lo que los progresos pueden ser disfrutados independientemente en la plataforma en la que juegues. Un paso más para afianzar el tan deseado ecosistema entre plataformas bajo dicho sistema operativo.
Preparada para la acción
La supervivencia del más apto
ReCore ha sufrido multitud de comparaciones desde su revelación durante el pasado E3 2015. Algunos lo tildaron como el The Legend of Zelda de Microsoft; otros hacían mella en la fibra más nostálgica, con sagas de la talla de Metroid Prime o Megaman. Todas ellas absurdas, pues si por algo se caracteriza el título es por tener su propia personalidad definida. Estamos, efectivamente, ante una aventura con grandes dosis de acción en tercera persona, de entorno abierto con zonas conectadas entre sí y tintes de RPG.
Encarnaremos a Joule, una especie de carroñera que despierta en un planeta completamente desértico, llamado Edén Lejano. Su plan inicial era encontrarse con su padre, pero una serie de cuestiones terminan por arrastrarla a una situación bastante precaria. Durante nuestros primeros pasos gozaremos de la compañía de Mack, un sabueso mecanizado que hará las veces de escolta. Somos los únicos humanos —aparentemente— que quedan del lugar, teniendo que lidiar con los peligrosos Núclebots. Robots hostiles liderados por una figura antagonista: Víctor.
La premisa es sin duda interesante, pero una vez nos adentramos en él apenas comprendemos qué está ocurriendo. La narrativa es pésima, y cuando se nos proporciona información lo único que recibimos son palabras y definiciones técnicas que no despejan ninguna de nuestras incógnitas. Con el paso del tiempo, poco a poco se va diluyendo hasta convertirse en un mero hilo conductor. Lo cierto es que tiene ese «algo» que despierta la curiosidad del jugador, queriendo escarbar entre sus entresijos argumentales. Sobre todo gracias a los diferentes coleccionables y al bestiario.
Tal cómo comentaba, Joule gozará de la compañía de su robot —y más que nos encontraremos durante la aventura— y su insuperable fusil automático. En él, contamos con cuatro tipos de disparos, divididos en un color cada uno: rojo, blanco, azul y amarillo. El primero, por ejemplo, puede llegar a incinerar a los enemigos, mientras que el tercero lanza descargas eléctricas. Esta elección no es casualidad, pues nuestros adversarios también estarán categorizados por colores.
Este sistema puede llevar a que una parte de los usuarios no puedan disfrutar de ReCore debidamente. Por desgracia, el juego no cuenta en estos momentos con un modo para daltónicos, por lo que si eres incapaz de distinguir los colores anteriormente mencionados os aconsejo que no os hagáis con el título. Espero que la compañía añada dicha opción a través de futuras actualizaciones, pues es algo tan básico que no encuentro motivos para estar en la situación en la que nos encontramos.
Por tanto, en pleno enfrentamiento, debemos de intercalar los diferentes tipos de disparos dependiendo del color del robot enemigo. Cuando coinciden, repercutirá en una bonificación de daño, mientras que si elegimos el contrario tendremos más oportunidad de otorgar la habilidad especial. Al avanzar durante la trama principal sufriremos los ataques de enemigos con colores complejos, cambiantes o que cuentan con defensas en alguna parte de su cuerpo. Esta es la faceta más puramente shooter que encontraremos en el juego, siguiendo un estilo bastante arcade.
La jugabilidad es sencilla y directa. Quizá demasiado en según qué aspectos. El apuntado es automático, es decir, mientras mantengamos pulsado el gatillo la cámara se centrará directamente en el rival, pudiendo alternar entre objetivos sin siquiera soltar el dedo. La munición es ilimitada, tan sólo existe una barra que irá decreciendo a medida que disparemos muy seguido. Con unos instantes de reposo, se rellenará. Para lidiar con los ataques enemigos, tendremos que hacer uso del salto y evasión; al igual que nuestro compañero robot, el cual podrá atacar a través de nuestra dirección.
Con los núclebots, tendremos dos posibilidades: o los aniquilamos por completo o intentamos extraer su núcleo. Lo primero nos reportará materiales de fabricación, indispensables para la mejora de nuestros compañeros —entraré en detalles poco después—. Mientras que lo segundo nos dará parte del poder del enemigo, lo cual se transformará en puntos con los que aumentar las habilidades, de nuevo, de nuestros compañeros. Tendremos la opción de realizar esta opción una vez que debilitemos al rival lo suficiente; al iniciar el trámite, le engancharemos con nuestra cuerda, lo que se convertirá en un tira y afloja. Si hacemos fuerza mientras que el enemigo hace lo propio, romperemos la unión, por lo que tendremos que gestionar este lado del combate.
El combate en sí funciona, y realmente es divertido por su accesibilidad, pero algunas decisiones pueden dejar indiferente a un sector de los jugadores. La salud de Joule se regenera automáticamente, al igual que la ausencia de los limites de la munición. Sin embargo, tal cómo digo, funciona; está lejos de ser tedioso gracias a la agilidad de Joule. He de confesar que la mayor parte del tiempo se torna una tarea bastante sencilla, pero en algunas situaciones consigue introducirnos en combates realmente intensos.
Un desierto de oportunidades
Aprovecha tus habilidades creativas
Mientras que las mejoras de Joule son, en su mayoría, automáticas —salvo los aumentos de salud—, es en sus compañeros robots donde reside la profundidad de este desarrollo. Pueden sufrir variaciones de las piezas que montan, lo que aumentará sus estadísticas —ataque, energía y defensa—. Además, su núcleo puede ser mejorado para elevar la fuerza de los valores anteriormente mencionados. Los puntos necesarios se consiguen a través de la recolección de las esferas enemigas, mientras que las piezas requieren el descubrimiento de planos; para fabricarlas, tendremos que recolectar dispositivos desperdigados por el mapa.
Ellos son la extensión del cuerpo de Joule, tanto en combate como durante la exploración, por lo que es fundamental tener en cuenta dicho aspecto. Cada uno tiene una habilidad especial: Mack puede desenterrar objetos de la arena, mientras que Duncan puede demoler nuestros obstáculos. A estos ejemplos se le suman tres tipos más de robots, los cuales no revelaré para mantener la sorpresa a salvo. En cuanto desbloqueemos un nuevo tipo, podremos ponerlos a prueba en zonas en las que hasta ahora no podíamos acceder. Lo que nos empujará al denominado backtracking.
Sin embargo, y uno de los grandes problemas del juego, es que tan sólo sirve para acuñar más dispositivos, que a su vez requieren de más dispositivos para dar con el resultado esperado. Siento que durante toda mi aventura estoy embarcado en una búsqueda de objetos, que dan cómo resultado nuevos objetos… No hay tareas secundarias con sus propias tramas, ni siquiera algo más allá de las mazmorras. De hecho, al juego le vendría genial que incorporase un árbol de habilidades para Joule. Que pudieras mejorar y que de ello dependa nuestra travesía por los niveles. Pero no. Todo queda reducido a los robots.
Los entornos abiertos tampoco es que estén bastante inspirados. De hecho, la exploración se torna tediosa; el principal responsable puede ser el diseño de niveles, el cual ofrece grandes explanadas insípidas, carentes de variedad y desafío. Tras resignarte, te lo tomas como un mero trámite para acceder a las mazmorras, donde se encuentra la verdadera chicha de ReCore. Accederemos a ellas gracias a los núcleos prismáticos, unas esferas de gran valor argumental. Las encontraremos ya sea dentro de dichas fases o en el mapa. Dependiendo del nivel del calabozo, el requisitos de núcleos en nuestro haber variará; a veces, para seguir avanzando por la trama, tendremos que desviarnos a través de las fases secundarias.
Los niveles opcionales son más cortos que las principales, pero poseen bastante variedad. En ellas, contaremos con tres objetivos: tiempo, llave y esferas. Si al terminar el nivel conseguimos completar todas, obtendremos la recompensa especial de la mazmorra, además del baúl de objetos de cada meta. Cuando sintamos que nuestro equipo no da la talla, conviene adentrarse en estos niveles, pues es donde encontraremos el mayor número de sets de piezas para nuestros acompañantes.
El diseño de niveles dentro de algunas es de los mejores que podemos encontrar en el juego. Carreras que requieren saltos milimétricos, arenas donde aparecen multitud de enemigos por oleadas, etc. Las fases de plataformas, personalmente, me han encantado, y es una de las mayores virtudes de ReCore. La precisión del uso del salto y la evasión son fundamentales para una correcta travesía. Es una pena que no esté tan explotada, pues no en todos los niveles acompaña la dirección elegida por la compañía.
Las mazmorras principales, como decía, son de un tamaño considerable; las más largas de todo ReCore. Suelen mezclar las plataformas con las partes de acción, con la presencia de combates contra jefes que requieren dar un poco más de nosotros mismos. Sin embargo, en lo primero, no suele exigir tanta precisión respecto a algunos calabozos opcionales, aunque por momentos —afortunadamente— consiguen ponernos en un aprieto.
Una experiencia inestable
Los errores lastran el conjunto
Es triste que en pleno 2016 se siga teniendo un listón tan bajo durante las pruebas de calidad. ReCore no es el mayor exponente negativo, pero sus problemas han llegado a desesperarme. No han sido pocas las veces en las que mis compañeros perdían la animación, o no me permitía realizar viajes rápidos. La mayoría de veces lo solucionaba con una vuelta al menú principal, lo cual resulta molesto, aunque al menos se corregía. Pero la gravedad de todo el asunto —al menos en la versión para ordenador— es la pérdida de las partidas guardadas. Yo mismo he sufrido una de ellas, con la consiguiente desaparición de ocho horas de juego. La nube, en esta ocasión, no ha podido devolverme lo que el juego me ha robado, lo cual como comprenderéis no es plato de gusto.
A ello, se le suma un apartado técnico que deja bastante que desear. En la versión para Xbox One —jugada, aunque en menor medida— los tiempos de carga son exageradamente altos; sumado a la incapacidad de poder mantener las treinta imágenes por segundo. Por fortuna, ReCore en Windows 10 cuenta con una gama más o menos amplia de opciones gráficas, por lo que los jugadores encontrarán un ajuste óptimo para disfrutar del juego. En mi experiencia, la mayor parte del tiempo se mantiene en las sesenta imágenes por segundo en modo Ultra, pero hay bajones ocasionales durante los combates.
Visualmente tampoco es que sea un baluarte gráfico, de hecho es correcto sin más. Sus defectos son maquillados —en parte— por su dirección visual, ofreciendo paisajes agradables de ver. Los diseños de los enemigos son… extraños. No hay término medio con ellos: o los amas o los odias. Aunque no son para nada malos.
El principal problema del título es la excesiva repetición del planteamiento. El desarrollo de ReCore sigue el mismo esquema una y otra vez durante la trama principal. Entras en una mazmorra; te desvías del camino principal; completas la tarea; vuelves al principal; combate contra jefe; cinemática. Las misiones no están para nada elaboradas, lo que a la larga puede rebajar el interés del jugador. Y sí, es repetitivo hasta el hastío. Si la trama principal no te motiva, seguramente le dejes a un lado.
Conclusiones
Un primer peldaño de algo más
He de confesar que he llegado a divertirme con ReCore. Pese a sus defectos, el combate me resulta realmente ameno, y las escenas donde priman las plataformas evocan —en parte— una época que antaño nos brindó grandes títulos del género. Pero por desgracia, no mantiene el tipo durante nuestra travesía por él. Más allá de las mazmorras, sentimos que estamos envueltos en una búsqueda constante de objetos; una recolección que toma el protagonismo de la acción de forma innecesaria. Sumado al pobre mundo abierto —qué manía de hacer todos los juegos igual— el gusto final se convierte en un sabor amargo.
No es un desastre, pero tampoco es un mal juego. ReCore es normal, tal cómo brilla en algunos aspectos, sufre en otros. Los problemas técnicos y de funcionamiento han sido un factor que ha decantado la balanza a una nota global menor que la deseada. Podríamos estar ante el primer peldaño de una franquicia con gran potencial; personalmente me gustaría que siguieran en esta linea. Quizá un desarrollo más pausado y con el feedback de los usuarios en la mano, podamos disfrutar de una secuela superior.
Si eres capaz de dejar a un lado sus defectos para centrarte en la trama principal, por seguro que disfrutarás de la experiencia ReCore.
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