La metamorfosis cúbica
Un rompecabezas lleno de formas geométricas
os juegos de puzles no son un género muy popular, y para que alguno destaque tiene que haber un nombre grande detrás, ya sea el de una empresa —Croteam— o un particular —Jonathan Blow—. Las propuestas más desconocidas suelen pasarlo mal para poder sobresalir un poco, y muchas quedan injustamente olvidadas en lo profundo de la tienda de Steam. Resulta que Metamorphic es uno de los desafortunados que poblarán ese pozo en un futuro no muy lejano.
Estamos ante un título de puzles en primera persona, no muy largo, no muy complicado, pero con unas dosis de innovación y de libertad creativa que lo hacen interesante. Jeremy Slavitz es el único creador de esta obra, y se nota la dedicación en cada uno de los cubos que iremos colocando para abrirnos camino a través de los niveles. El diseño general es parecido a Portal —aunque sin ningún tipo de narrativa—, pero es en las mecánicas donde reside toda la innovación.
Los puzles se dividen en tres mecánicas distintas; en todas ellas usaremos una «pistola» que colocará cubos en lugares distintos, que nos servirán para encaramarnos a los salientes y avanzar por el nivel. La primera es la más simple; podremos poner cubos blancos para llegar más alto. En la segunda podremos poner cubos verdes, que se unirán para crear formas geométricas. La mayor parte del juego usa este sistema, y las imaginativas formas que podremos darle a los cubos hacen que no nos aburramos en ningún momento. Varias veces he hecho formas distintas simplemente para ver cómo afectan al entorno. Por último, el arma se vuelve roja y nos permite alterar la gravedad de la figura que creamos. Y es en los últimos compases del título donde la dificultad aflora, ya que deberemos combinar las dos últimas mecánicas para sacar algo en claro. Sin embargo, cuando parece que se va a poner interesante de verdad, el título se termina. La duración, unas seis horas, es demasiado pobre, sobre todo cuando todo funciona tan bien y tiene tanto potencial. Se termina deseando más.
Es corto, sí, pero lo que hay cumple enteramente las expectativas, proporciona diversión y sobre todo, fomenta la creatividad. No es simplemente uno de esos juegos en los que los creadores han pensado una solución y ninguna otra vale. Metamorphic necesita imaginación para funcionar a pleno rendimiento; no existe una forma geométrica perfecta para cada nivel, hay que probar hasta dar con una que pueda ser usada. Esta es una de los aspectos más atractivos del juego, y lo que lo diferencia de otras propuestas.
Las físicas también juegan un papel muy importante en el devenir de los rompecabezas, y son completamente necesarias para resolver muchos de los dilemas. Éstas físicas funcionan muy bien, y se nota que Jeremy invirtió mucho tiempo para que funcionaran correctamente. Pero no solo hay que pensar cómo colocar las figuras, dar el salto correcto en el momento correcto también es muy importante. Las plataformas no casan del todo bien, pero son un componente interesante que añade variedad al conjunto. Lógica, imaginación y habilidad, estos son los tres pilares básicos que veremos en nuestra partida. Si conseguimos dominarlos todos, la completaremos en dos o tres sentadas como mucho.
Pero Metamorphic tiene varios fallos que no pasan desapercibidos. En primer lugar, se echa en falta un botón de reinicio para cuando no hay vuelta atrás y queramos empezar de nuevo el nivel. Es cierto que la mayoría de veces nos podemos matar en algún recoveco, pero hay otras que en las que no es tan fácil. Un simple botón arreglaría esto. Segundo, los niveles son demasiado largos, y dificultan la jugabilidad en ciertas partes. Por último, los bugs también hacen acto de presencia; caer en pozos donde deberías de morir pero no lo haces ocurre de vez en cuando, y es muy problemático. Como no existe botón de reinicio, nos obligan a salir al menú y a cargar la partida de nuevo. También hay partes donde simplemente no existen bordes físicos y caes a la nada, y algunos se activan de formas completamente aleatorias. De todas formas, son fallos que no se dan a menudo, y teniendo en cuenta que todo está hecho por una sola persona, son fácilmente justificables.
En los juegos de puzles no es necesario un apartado gráfico vanguardista; lo importante es que los elementos estén claros, y esta característica sí que se cumple. Además, siendo minimalista y monocromo, se hace agradable a la vista. Por otra parte, el sonido merece una mención aparte; el zumbido que hacen los cubos al colocarse es ciertamente gratificante. La banda sonora es simple, y acompaña a al característico estilo del juego, con melodías electrónicas ambientales muy sosegadas.
En conclusión, si queréis una breve experiencia centrada en los puzles, con unas mecánicas muy innovadores y unas físicas que funcionan a la perfección, merece vuestra atención. Los bugs y los fallos son visibles, pero no rompen con el ritmo en ningún momento. Observar un escenario, atisbando los recovecos, y luego reflexionar para saber qué figura geométrica casaría con esas aberturas es todo un placer.
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