El maquinista de la General
Viajes en tren por un mundo desolado
l tren es un medio de transporte con un aroma especial; combina velocidad con paisaje, de una forma no equiparable a ningún otro método de desplazamiento. George Stephenson tuvo una visión, pero desde luego que no podía prever hasta donde se desarrollaría. El ferrocarril es fuente de inspiración para muchos medios; el artista Claude Monet en 1877 pintó «La estación Saint-Lazare». Poco después, en 1985, el cine de los hermanos Lumière hizo acto de aparición, en la que es considerada la primera película de la historia, «Llegada del tren a la estación de La Ciotat». En los videojuegos, más allá de los interesantes pero poco imaginativos simuladores, el ferrocarril ha sido poco explotado desde un punto de vista narrativo. The Final Station ha llegado para subsanar ese error.
The Final Station es un juego de aventuras y de exploración en dos dimensiones, donde se premiará nuestra velocidad y agilidad tanto como nuestra habilidad disparando. Además de esto, tenemos que cuidar de nuestro tren, una mecánica fundamental en el viaje de estación a estación —que es donde exploramos y disparamos—. Las dos mecánicas están muy diferenciadas, y funcionan perfectamente, dándole variedad al título. A continuación explicaré como funcionan.
Lo que más haremos será pasearnos por la estación de los diferentes lugares a los que vayamos, aunque a veces también exploramos ciudades, muchas de ellas con hostiles, y otras con simples transeúntes. Para poder enfrentarnos a los enemigos habrá tres armas diferentes, la pistola, la escopeta y el fusil; la última sustituye a la primera, y usa la misma munición, mientras que la segunda va por su cuenta. Deberemos vigilar el uso de la munición, dado que es muy limitada; aunque hay varios enemigos lentos que pueden vencerse con la culata del arma, otros son demasiado peligrosos para acercarse —hay algunos que incluso explotan—. Aquí es donde entra en juego la exploración, ya que necesitaremos tanto botiquines como más munición. También encontraremos dinero y comida, que tendrán su uso en otros momentos. Los mapas suelen tener varios caminos para avanzar, haciendo que esa exploración sea interesante.
El objetivo principal que se da en todas las estaciones es conseguir un código necesario para poder poner el tren en marcha, aunque eso es una mera excusa para explorar la zona. El objetivo secundario es rescatar al mayor número de supervivientes en las estaciones a las que vayamos. A pesar de que explorar las estaciones es divertido, a la larga se hace repetitivo, y la poca variedad de armas y situaciones no ayuda en absoluto. Si no fuese por lo interesante de la historia y la variedad en los escenarios, el juego se volvería insufrible al poco tiempo. Es divertido, pero falta variedad en las mecánicas. Si hubieran trabajado en eso, mis impresiones finales hubieran sido mejores.
Cuando abandonemos la estación es cuando empezaremos a encargarnos del tren. El ferrocarril solamente dispone de un vagón de pasajeros y la locomotora —aunque dependiendo del momento en la historia, podremos tener algún que otro vagón de mercancías—, y administrarlo es bastante sencillo. En cada uno de los viajes se activa uno de los minijuegos, que tendremos que completar periódicamente para que el tren no se retrase y se averíe. Estos minijuegos son sencillos, pero variados, y dado el poco tiempo que hay entre estación y estación, se hacen entretenidos. También deberemos atender a los pasajeros, que requerirán comida o botiquines. El problema aparece cuando te quieres enterar de la historia; los personajes hablan a través de bocadillos, y si estás operando alguna de las máquinas, no te enteras de nada. La mecánica del tren es la que da sentido al título, pero aún así parece estar desaprovechada. Un mejor uso del tren, minijuegos más interesantes, o más interactividad hubieran sido mejoras muy interesantes. De todas formas se le termina cogiendo cariño a la locomotora, a sus sonidos, movimientos y peculiaridades.
Es en la historia donde The Final Station pone toda la carne en el asador. Con unos enemigos que parecen zombies pero no lo son, con el fin del mundo acosando al tren, y con una narrativa insólita, el título intenta mostrar algo diferente, y lo consigue. La historia la narran en parte los pasajeros —como ya he dicho, es imposible escucharles siempre—, y notas repartidas por todos los niveles, algunas difícilmente interpretables. Hacia el final todo va cobrando sentido, pero sigue habiendo incógnitas. El tono oscuro y apagado del juego potencia la narración de la historia, y casa muy bien con todo lo que ocurre. No quiero desvelar detalles de la trama, pero es interesante hasta el último momento, y solo el comienzo es fascinante.
Gráficamente es un juego muy simple, muy directo, con un estilo cercano a los ocho bits. Los enemigos son monocromos, negro azabache, lo que potencia su amenazadora apariencia. Los escenarios son simples, y variados, pero siempre de colores apagados, sin mucho colorido. El título se desarrolla en un mundo deprimente, y las decisiones de diseño están confeccionadas para respaldar esta idea, haciendo un trabajo estupendo. La música es totalmente ambiental, aunque no destaca tanto como debería; por último, los sonidos son muy pobres, excepto en el caso de la locomotora. Se nota que el trabajo en todo lo relacionado con la locomotora, pero el resto de emplazamientos deberían haber recibido el mismo mimo, y no es el caso.
En conclusión, estamos ante un título extraño. Su jugabilidad no es nada del otro mundo, y se han visto cosas parecidas un buen número de veces, pero el uso de la locomotora es algo interesante y diferente. También lo es su historia, misteriosa de principio a fin, y con un trasfondo considerable. Es en la parte jugable donde el título falla, y poca gente perdonará esto. Más trabajo en este aspecto, añadiendo más variedad de armas, de situaciones. Más de todo. Solo entonces podría haber llegado a la excelencia.
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