Análisis The Division
Versión jugada: Playstation 4
l objetivo de un terrorista no es más que sembrar el pánico entre la ciudadanía del país en conflicto. Atacar ciudades clave, o simplemente amenazar con llevarlo a cabo, puede desencadenar un estado de alerta que paraliza las vidas de aquellos que se ven en vueltos por deber, o por azar del destino. Nuestro amigo Tom Clancy en su último estertor imaginó una amenaza biológica a través del dinero, con lugar en una de las capitales del capitalismo: Nueva York. La fiebre por las compras navideñas tiene su punto álgido durante el Black Friday, evento que aquellos que quieren ver al mundo arder no pueden dejar escapar. Bajo esta premisa comienza The Division, un shooter en tercera persona que viene a reclamar un lugar privilegiado entre la comunidad de esta nueva generación. Pese a los continuos retrasos y el secretismo con el que Ubisoft ha llevado su desarrollo, parece que la compañía gala ha conseguido crear un título de presente y futuro para prevalecer en lo que queda de generación.
Una ciudad paralizada por el horror
El título nos pone en la piel de un agente durmiente de The Division, una célula secreta estadounidense que tiene como objetivo activarse en caso de emergencia nacional. Estos agentes viven infiltrados en la sociedad, entrenados desde adolescentes con el fin de servir a su país en caso de máxima urgencia. Sin reglas ni ayuda, deben adaptarse al terreno para erradicar la situación de conflicto. Acudimos a Manhattan como parte de la segunda oleada de agentes, debido a la pérdida de contacto de la primera incursión. Después de un comienzo a modo de prólogo por las calles de Brooklyn, desembarcamos en la zona de conflicto real. Nuestro objetivo es simple: devolver a Manhattan la luz que un día perdió, por lo que tendremos que lidiar con los peligros humanos y víricos que se congregan en torno a ella.
Como en todos los títulos de acción con tintes de MMO, The Division se divide en dos zonas de juego: El PVE y el PVP -llamada Zona Oscura-. Pese al requerimiento de la conexión permanente, la compañía ha diseñado exquisitamente el juego para que sea adaptable a todas las demandas de los jugadores. ¿Quieres jugar en solitario? Puedes. ¿Quieres jugarlo en grupo? Puedes. ¿Quieres buscar a otros usuarios para jugar? También puedes. Las misiones principales también se adaptan al número de jugadores que hay en el grupo y el máximo nivel del mismo, por lo que a más jugadores: mayor número de enemigos tendremos en pantalla. La naturaleza del juego puede llevar a confusiones, pero The Division es una experiencia para todo tipo de gustos.
Manhattan es nuestro gran parque de recreo. El mapa está dividido por barrios, los cuales atesoran enemigos de un rango de nivel determinado, diseño que compartirá con la zona oscura. De forma inteligente, el título nos guía a través de zonas de nuestro nivel con las que formar a nuestro personaje con la experiencia y equipamiento obtenido. Cada barrio cuenta con un piso franco en donde recolectar las tareas secundarias, el cual hará las veces de nexo social y punto de intercambio. Pese a ello, The Division cuenta con los mismos problemas que las demás entregas del mismo corte de la compañía gala: un mundo de tamaño considerable donde residen tareas escasas y repetitivas.
Las tareas secundarias están asignadas dependiendo de la rama de la base principal a la que pertenezcan, siendo algunas de ellas neutrales. Mientras algunas si que ofrecen visiones paralelas de los comienzos del conflicto, la inmensa mayoría siguen los cuatro patrones que se repiten a lo largo de todo el juego: protege los suministros, libera a los rehenes, derrota a un enemigo especifico, captura el punto de control, etc. La sensación de hastío se magnifica cuantas más horas nos involucremos en él, además de que la navegación por el mapa no es que ayude mucho a la hora de ocultarlo. Pese a que el contenido es mayor respecto a las betas ofrecidas, la experiencia a través de ella no es del todo satisfactoria. Seguimos sintiendo que recorremos largas rutas anodinas, con una falta palpable de interiores y rutas secundarias con los que otorgar variedad a nuestro tránsito.
Sin embargo, The Division posee una gran virtud. Por mucha repetición o por muchos defectos que se le puedan achacar, el nivel de adicción que podemos alcanzar con él hace desviar su atención hacia lo verdaderamente importante: conseguir mejor equipo. Puede parecer una tontería, pero cada internada que hagamos dentro de su mundo, por minúscula que sea, nos ayudará a seguir desarrollando a nuestro personaje. Massive Entertainment ha creado un sistema generoso con el jugador, lejos de las exigencias hacia el usuario que otros títulos pueden llegar a requerir. The Division apuesta por la sencillez: variedad visual y jugable en donde sentirnos cada vez más y más poderosos, otorgando al jugador la libertad de enfocar a nuestro personaje tal como deseamos hacerlo.
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